miércoles, 21 de abril de 2010

LEYENDAS URBANAS

La historia sobre la pata del diablo no es muy conocida dentro de la gran gama de leyendas que se encuentran en la historia popular, pero regularmente en el vocabulario de algunas sociedades se le atribuye el apelativo de la pata del diablo, a aquellas personas que van contra los principios éticos sociales.

Cuenta la historia que hace muchos años llegó a la lejana región de Cajón de Maipo, Chile, un hombre muy apuesto, de alto porte, caminar pausado, vestimenta oscura y cuya cualidad era seducir a inocentes doncellas de la localidad; ninguna de estas se podía resistir ante los encantos en este apuesto hombre, que, a pesar de las muchas mujeres embarazadas que dejo, ellas lo seguían amando por sobre todas las cosas.




Como es lógico, los padres de las doncellas enamoradas reaccionaron y conjuntamente con el alcalde del pueblo, lograron expulsarlo de la localidad. Ya en los limites del pequeño pueblo, por el sector de El Toyo, cayó repentinamente un gran aguacero, tanto así que pareciera que el cielo se había abierto y las montañas se venían abajo.

Oportunamente, el galán del pueblo encontró en su camino un convento de monjas. Muerto de frío, tocó la puerta del claustro, rogando encarecidamente le dieran asilo y diciendo que en la mañana podría seguir su camino.

Recibió al forastero la madre superiora, pues el diluvio era incontrolable. Aunque con cierta desconfianza, le dio reposo en un pequeño cuarto detrás de las cosas de cocina. La madre superiora quedó con la desconfianza en los labios, pues el misterioso hombre nunca se quito la bufanda que le cubría el rostro.

Pasaba la noche y, en el silencio, el hombre de negro aprovechó el dormitar de todo el claustro para atacar a su víctima, que era la hija del alcalde, quien recién se iniciaba en el campo religioso; atravesó todas las parecer cual fantasma en pena y la novicia logro despertar justamente cuando el hombre del mal se acercaba hacia ella entre tinieblas y con un fuerte olor azufre.

La joven monja pudo soltar un grito de terror y la madre superiora, con su refinado oído, pudo escuchar el grito, el forcejeo y los rápidos pasos del atacante. Como un rayo, la monja madre salió de su habitación y pudo interceptar al raptor. Con rezos, mucha fe y agua bendita, pudo lograr liberar de los brazos del demonio a la asustada novicia.

El hombre misterioso, que era el mismo Satanás, se transformó en una bestia infernal, con grandes alas, cabeza de dragón y pies de cabra gigantes, y maldiciendo huyó por la ventana hacia las montañas. En su feroz huida dejó una huella en una de las montañas que rodeaban el claustro de monjas.

En la actualidad esa huella aún se divisa; muchos afirman que el diablo aún merodea por esos lugares, tratando de encontrar a la monja que nunca pudo raptar.

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